08 octubre, 2010

El barrio queda vacío, se llena la pantalla


Un perro debajo de un árbol y un par de flaites en la rayada banca de la plaza son los únicos seres que dan vida a la población cuando bajo de la micro. Caminando a casa recuerdo que cuando era chico mi mamá tenia que salir a buscarme a la calle para que me entrara a tomar once y luego hacer mis tareas del colegio. En medio de ese recuerdo me pregunto ¿Dónde están los niños a esta hora?. La respuesta a esa pregunta está bastante clara y se puede ver por entre los visillos de las ventanas de las casa del pasaje: Sentados frente a una pantalla.


Es obvio y natural que los tiempos han cambiado, los intereses de las generaciones se expresan de maneras diferentes dando cuenta de cambios culturales. En esta afirmación se nos abre una posibilidad de profundizar en un fenómeno en el que ya ni siquiera reparamos. Cómo dije anteriormente los niños de hoy pasan gran parte del día frente a una pantalla ya sea del televisor, el computador o el celular. Este hecho indudablemente trae innumerables beneficios (beneficios que yo y mis amigos no gozamos cuando chicos). La posibilidad de establecer relaciones con diferentes lugares del mundo, enterarse de manera inmediata de lo que sucede en el entorno y por sobre todo el manejo cultural que adquieren los jóvenes hoy en día son beneficios innegables. 

No obstante lo anterior, me parece interesante poner en tela de juicio la calidad de los contenidos que se reciben de parte de los medios de comunicación que a mi parecer tendrían efectos contraproducentes a lo que se espera de ellos. Con la posibilidad de compartir contenidos se podría esperar que el manejo cultural se viera aumentado, sin embargo a medida que pasa el tiempo podemos ver una juventud que cada vez se preocupa más de temas superficiales, de fácil compresión y que son generadores de emociones fáciles. Los medios no hacen pensar a la gente, hacen que la gente se emocione. Esto puede sonar lindo, a mi por lo menos me parece horrible.

Somos una generación que lo ha tenido todo, el contexto social en el que nos hemos desarrollado ha sido drasticamente diferente al de generaciones anteriores que estuvieron marcadas por problemas políticos en el país. La generación de hoy no ha tenido esos problemas y por lo tanto hemos tenido la oportunidad de ser una generación constructiva y que de verdad dejara huella a través de soluciones a problemas sociales (no me refiero sólo a problemas políticos). En lugar de eso se puede ver una genereración que está preocupada de qué color se peina el pelo, de cuantos aros se pueden poner en el cuerpo, de cuál fue la última pelea de las modelos de la tele, de cómo avanza la vida de los personajes de la farandula, de quién fue el último eliminado del reality, etc. 

Más allá de las conocidas teorías sobre el manejo de  los contenidos de los medios de comunicación, que dicen que serian definidos con fines ideológicos (postura con la que estoy de acuerdo). Lo que me parece claro es que la acción de los medios genera cada vez más grupos que usan su tiempo en cosas irrelevantes y superficiales y en ese contexto, personalmente preferiría que esos niños se desarrollaran en la plaza jugando a la pelota o a las bolitas antes que estuvieran frente a una pantalla desechando sus capacidades.


13 septiembre, 2010

El cahuineo: Una construcción constante de significados

Apoyadas en el marco de la descuadrada puerta, con las manos sobre el palo de la escoba y divisando todo lo que alcanzan sus ojos, dos mujeres son capaces de hacer una reconstrucción de diversas realidades, en lo que se conoce popularmente como "cahuineo". Hacer una versión propia de lo que sucede en la realidad contribuye a enriquecer nuestra cultura. La verdad es que no pretendo establecer aquí algún juicio de valor acerca de cahuinear , ya que de cierta forma todos somos cahuineros. El mundo y su realidad son fenómenos que suceden y no existen para nosotros hasta que alguien los reconstruye y los enuncia, hasta antes de que alguien realice esta elaboración discursiva nada existe (por lo menos hasta nosotros).

Esta reconstrucción de la realidad que hacemos es inevitablemente un fenómeno que representa un grado de distanciamiento de la realidad objetiva, este distanciamiento es al que enriquece la cultura de las sociedades, puesto que en este distanciamiento se generan contenidos que expanden los contenidos semánticos que maneja determinada cultura. Es por esto que no veo de mala forma el cahuineo.

Además el inventar cosas durante el cahuineo es algo que no podemos, si no puede hacerlo el periodismo (que en Chile llega a niveles de distanciamientos obscenos) que se supone es una disciplina ampliamente referencial, menos se podría culpar a pobres mortales que sólo lo hacemos por diversión. Otra razón por la cual no podemos evitar inventar cosas cuando cahuineamos es por el funcionamiento por el cual interpretamos. Los seres humanos interpretamos poniendo en funcionamiento dos aspectos que se relacionan para construir nuestra interpretación. Uno de esos aspectos es nuestro saber cultural, saberes que son aludidos por los hechos que la realidad que estamos interpretando y que relacionamos en nuestras mentes. Hasta este momento no hay ninguna explicación para dar cuenta del chamulleo que hacemos cuando conversamos, sin embargo esta explicación se encuentra en el segundo elemento que entra en juego y que se denomina "abducción". La abducción es definida como una capacidad del ser humado de establecer hipótesis de los hechos mediante relaciones que no responden a ninguna lógica y que por lo tanto generan significados completamente nuevos, que se relacionan con la realidad de la que dan cuenta pero que agregan una visión personal de la persona que las reconstruye.

Asi es posible explicar que las viejas del barrio no inventan cahuines sólo por su fascinación de complicarle la vida a las personas, sino que lo hacen por su innegable condición de ser humano. Con este razonamiento podemos también explicar el por qué todos somos en menor o mayor medida chamulleros. Mentir está en nuestra escencia y el disfrutar de hacerlo de forma franca es uno de los placeres que obstinadamente nos negamos.

08 agosto, 2010

Cancha de tierra


Al hacer un viaje por las poblaciones con más riqueza cultural (cultura de verdad, no esa que se compra con una entrada al cine o a una galería) durante un fin de semana es posible ver como desde muy temprano en la mañana y hasta como las 3 de la tarde los lugares que durante la semana están relegados a peladeros y refugio de quien lo necesite, se llenan de vida para convertirse en los centros de la vida social del barrio y del sector. Me refiero a las nunca bien valoradas ligas de barrio, esas eternas jornadas que parten cerca de las 9 de la mañana con la categoría primera infantil en la que se puede ver a pequeños de no más de 5 años tratar de dominar una raspada pelota, envueltos en camisetas que les llegan más abajo de la rodilla.

"Ráfaga" sonando, mientras el crack del equipo esquiva rivales y piedras para sacar un zurdazo al ángulo que no logra despertar más atención que la tía de los completos y las sopaipillas, que se venden detrás de la malla de un arco, acto tan temerario como apetitoso. Avanzando en la jornada, se ven correr las mismas camisetas que durante la mañana cubrían los pantalones de los niños pero que sin embargo ahora contienen los abdómenes de los notables viejos cracks. Si tenemos algo de suerte podremos ser testigos de cuando el criterio del árbitro no es compartido y la justicia se impone con las manos. Todo esto en una cancha de tierra.

Es que las ligas de barrio no son sólo 22 tipos corriendo detrás de una pelota, me parece que esa visión del fútbol se egoísta y pasa por alto todo el fenómeno cultural que se genera en torno al deporte. En una liga de barrio las personas son capaces de escapar de la rutina de sus vidas para dejar todo en una cancha con el único interés de cuidar el honor de un club que se llega a querer tanto como se quiere a un miembro de la familia. En este fenómeno no sólo participa el jefe de hogar, sino que muchas veces se convierte en la instancia que reúne a la familia ya que participan los padres que inducen a sus hijos hombres, los cuales actúan como gancho para las madres que van a ver cómo sus campeones se lucen o sufren por la "gordita regalona". 

Me parece que el fútbol de barrio se transforma en un camino por el cual podemos llegar experimentar las emociones de la vida real pero de una manera mucho más inmediata y con muchas menos repercusiones en nuestras vidas. La alegría, la euforia, la ira, el fracaso, la tristeza son emociones que se encuentran de una manera inalienable en la vida real, pero vivirlas realmente requiere grandes esfuerzos o grandes daños. Es por esto que el fútbol de barrio se constituye en una plataforma de lo que de verdad somos y de lo que queremos ser y sentir, en una cancha de tierra somos capaces de convertirnos en verdaderos héroes por ser capaces de a último minuto sacarnos a dos rivales enfrentar al arquero y con un quiebre de cintura tirarlo para el otro lado mientras nuestra pierna derecha ya envía la pelota al fondo de la malla, junto a la piedra que la afirma al suelo.

Al terminar quiero nombrar la liga General Bonilla de Pudahuel, la puede visitar todos los fines de semana en al costado derecho de la salida de Santiago por la ruta 68 y al ya extinto Santiago Juniors y a todos quienes en su momento cumplimos nuestros sueños con esa camiseta.

04 agosto, 2010

Levantamos la pandereta!


Pandereta de barrio pretende ser un espacio que se aleje lo más posible a una mirada moderna y poco pertinente de las cosas, más bien busca entregar una mirada subjetiva de las cosas más propias y cotidianas de nuestra cultura (con todo lo que eso incluye).

En nuestra sociedad las murallas representan algo más que construcciones funcionales para protegernos de la intemperie, y han pasado a convertirse en un punto de encuentro en el cual se producen instancias de convivencia que a lo largo del tiempo desembocan en relaciones de vecinos, amigos, parejas, etc. Apoyados en una muralla y en buena compañía somos capaces de pasar horas hablando de los más diversos temas sin censurar nada. 

Es por esto que esta pandereta es un espacio para reflexionar sobre las ferias libres, las pichangas de barrio, las cantinas y sus curados durmiendo en la puerta, la gente seria del metro y de cómo cambiamos nuestro comportamiento entre las estaciones ULA y Los leones.

Lograr aproximarnos a estas cosas como expresiones de nuestra verdadera identidad cultural es el propósito esta pandereta que aunque esté mal estucada, por ganas no se queda.